Sabes? una gran tormenta de sentimientos intentó hundirme; mis voluntades quisieron sofocarme y mis deseos intentaron derribar mi pequeña barca.
Navegué por un tiempo, solo escuchando truenos y relámpagos de dudas e incertidumbres. Sin
embargo, en medio de tanto caos, escuché una voz; tan dulce y fuerte a la vez, era la voz del Padre, diciendo: Ven! Ven! Ven hija mía! Camina sobre las aguas, tranquila, confiada, segura. ¡No temas! Yo estoy aquí.
Entonces le dije: aquí estoy amado Padre, tu sabes bien que no se nadar, pero, Tu amor me hace querer obedecerte y vencer toda duda y temor, y si he de morir en el intento, que sea morir cada vez más a mi propio yo. Perdóname por olvidar que siempre estabas cerca de mi, y que, incluso en medio de la tormenta, escuchabas mi clamor. No apartaste de mí tu Santo Espíritu ni un solo día.
Desde ese día veo las cosas de una manera diferente, ya no enfoco mi mirada en las tormentas, ahora veo a Aquel que tiene el poder sobre ellas.
¡Feliz tarde!
No temas, Dios está contigo, para llevarte a puerto seguro.
Diana Hernández
www.soyunaprincesaguerrera.blogspot.com
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